martes, 7 de mayo de 2013

Arte. Acrílicos

Nuevas versiones de Obras de artistas de la P.G.M, realizada por los alumnos del 2ºBachillerato GRUPOS. BA2A y BA2B. CURSO: 2012/13

domingo, 5 de mayo de 2013

Pérez de ayala: un cronista anglófilo

El asturiano Ramón Pérez de Ayala fue uno de los intelectuales que con más dedicación se implicaron en el análisis de la 1ª Guerra Mundial y en defensa del bando aliado. 
En el estudio de la amplia producción literaria de este autor, uno de los capítulos más olvidados es  precisamente el  referido a su tarea periodística como cronista en la Gran Guerra. Recogido en la edición de las Obras Selectas de 1957 pero no en sus Obras Completas, el ensayo  Hermann, encadenado (1917) recopila  en 225 páginas la visita al frente alpino italiano en plena guerra. Con el subtítulo de “Notas de un viaje a los frentes del Isonzo, la Carnia uy el Trentino”, el autor nos ofrece reunidas las crónicas publicadas en el diario bonaerense “La prensa” entre septiembre y noviembre de 1916.
Al estallar el conflicto, publica numerosos  artículos en la prensa española y argentina al servicio de la causa aliada. Firmará además adhesiones y manifiestos varios e incluso el manifiesto de la Liga Antigermanófila publicado en El Liberal en enero de 1917. Con el mismo objetivo editará desde su efímera editorial, la Biblioteca Corona, algunos libros germanófobos como Pangermanismo, de Roland G. Usher y el señor de las batallas (donde se recopilan sentencias del Kaiser).
Hermann encadenado está escrita “en memoria de las víctimas innominadas e innumerables que en las sedientas rocas del Carso y en las cresas esquivas de Carnia y Trentino derramaron la fértil sangre y dieron la vida generosa por la redención de las fraternas tierras y por la libertad civil del mundo”.
En la correspondencia personal de Pérez de Ayala editadas y comentadas por A. Amorós[*] se encuentran minuciosas descripciones de su vida en este periodo: (…) “Durante esta temporada de ausencia de España he andado más ajetreado que nunca, levantándome la mayor parte de los días a las 6 de la mañana y yendo de un sitio a otro en automóvil, en mulo o a pie. Ha habido días que hice más de 400 quilómetros en automóvil y muchos otros me cargué mis buenos 15 y 20 quilómetros a pie. Físicamente estos excesos me sentaban muy bien.Volvía por las noches rendido como puedes imaginar” (…) Como curiosidad, cuenta comno unos soldados italianos  le muestran una lista de consejos para la vida en las trincheras  que Ayala traduce al español y comenta en una de sus crónicas.
El patriotismo europeísta del refinado Pérez de Ayala, no desdeña el estruendo de los cañones ni la desoladora descripción de los campos de batalla, pero los adorna con amplias referencias al arte y la cultura italianas
El profesor de la Universidad de Oviedo Agustín Coletes Blanco establece en su artículo “El sentimiento anglófilo de Pérez de Ayala en Herman, encadenado” un rastreo exhaustivo de su anglofilia militante y rastrea dicha idiosincrasia en la fascinación británica que pone de manifiesto en sus crónicas de guerra. De él procede la síntesis mas reveladora de Hermann, encadenado: “Ayala une, pues, Italia –el país de la belleza- con Inglaterra –el país de la libertad- en comunidad de sentimientos liberales y aliadófilos, sentimientos que, andando el tiempo, desaparecida ya la coyuntura aliadófila pero no el liberalismo básico, habría de poner al servicio de otra causa: la de la II República española”.




[*] “50 años de cartas íntimas (1904-1956) a su amigo Miguel Rodríguez Acosta. Madrid, Caja de Ahorros de Asturias, ed. Castalia, 1980



 

viernes, 15 de marzo de 2013

Una batalla después de la guerra


Un largo domingo de noviazgo (2004)

 Un soldado desaparecido y el viaje extraordinario de una joven francesa que se niega a darse por vencida en su búsqueda desalentadora, en medio de los horrores de la guerra, revelados sin  crudeza ni brutalidad en medio del  optimismo y la esperanza que permiten a los espectadores disfrutar de una de esas raras películas que no te abandonan.
Dirigida por Jean-Pierre Jeunet y protagonizada por la inolvidable Amèlie, Audrey Tautou, fue doblemente  nominada al Oscar,  y obtuvo numerosos reconocimientos internacionales.
Basada en una novela Sebastián  Japrisot, la película ilustra el tema tradicional de la “veuve blanche” con matices contemporáneos y lo trasciende hacia la búsqueda de la verdad sobre un brutal castigo a unos soldados desafortunados del frente del Somme, que optan por la  automutilación  como un horror menor.




lunes, 4 de marzo de 2013

Fotógrafos en las trincheras:Ernst Brooks y John Warwick Brooke




Durante la Gran Guerra la presencia de corresponsales en los campos de batalla estuvo prohibida, tanto en las líneas francesas y británicas como en las alemanas y tan sólo pasando una estricta selección algunos fotógrafos militares acreditados conseguían la banda blanca que los autorizaba como fotógrafos de prensa.
Soldados británicos y prisioneros alemanes, Batalla del Somme 1916



Tommy en la trinchera, batalla del Somme. J.W. Brooke
En el caso británico hubo una presencia mayor de fotógrafos debido a la intervención del embajador británico en Washington, que envió una carta a la secretaría de Asuntos Exteriores sugiriendo la conveniencia de fotografiar el conflicto. Se envió a dos fotógrafos, Ernst Brooks (fotógrafo oficial de la fasmilia real de Jorge V) y Warwick Brooke, responsables de la imagen del ejército británico entre 1916 y 1918. Brooks fue el primer fotógrafo oficial británico  en llegar a las primeras líneas del frente oeste, ya en 1916, tomando imágenes cámara en mano, consigue realizar imágenes propagandísticas y gracias a su dominio de los efectos de luz, algunas imágenes muy artísticas. A Warwick Brooke se le encargó tomar todas las imágenes posibles y de la mayor variedad. Se estima que desde 1916 a 1918 pudo tomar unas 4.000 fotografías, entre ellas algunas de las fotografías más emblemáticas de la Primera Guerra Mundial. Las autoridades británicas autorizarán a publicar aquellas imágenes que contribuyeran a levantar el ánimo de los soldados, mostrar superioridad sobre el enemigo, despliegue de tropas, prisioneros de guerra,etc. En este sentido la censura afectaba no sólo a la elección de la temática sino a la forma de abordar el objeto de  la fotografía. El fotorreportero era conducido al lugar deseado por los mandos para realizar las fotografías.  Hacía lo que se le ordenaba porque un fotógrafo podía convertirse en un enemigo potencial...
Silueta del 8º batallón de Yorkshire. Ernst Brooks

miércoles, 13 de febrero de 2013

Una escenografia de guerra

Después de la entrada correspondiente a la novela  antibelicista, Las aventuras del soldado Schwejk,   donde se pone de manifiesto lo absurdo de la guerra y el sinsentido de las autoridades militares y religiosas,  reproducimos la primera escena de la adaptación teatral de Mónica Zgustova pensada para unos nueve actores y ambientada en distintos lugares de Praga. Se trata de la peculiar visión humorística del atentado de Sarajevo que ya reprodujimos desde el punto de vista narrativo.
 Los diálogos hilarantes constituyen una excelente materia prima teatral que permite adaptaciones ágiles y llenas de humorismo, bastante cercanas a la sensibilidad de nuestros alumnos
Escena 1.

En casa de Svejk.
Sra. Müllerová.- ¡Ay! Madre santísima, Dios mío, Dios mío. ¿Pero no sabe lo que ha ocurrido? Nos han matado a Fernando.
Svejk.- ¿De qué Fernando habla, señora Müllerova? Yo conozco a dos Fernandos. Uno es el criado del dueño del colmado, Prusa, aquel que una vez se tragó por error una botella de mascarilla para el pelo. Y también conozco a un tal Fernando Kokoska, que recoge mierda de perro. ¡No perdería gran cosa el mundo sin ninguno de los dos!
Sra. Müllerova.- Pero, señor mío… ¡ Se trata del archiduque Fernando, el de Konopiste, aquel hombre gordo y piadoso!
Svejk.- ¡Virgen santísima! ¡Qué cosas! Y, dónde le ha pasado eso al archiduque?
Sra. Müllerova.- En Sarajevo, señor, con un revólver, mientras iba en coche con esa mujer, la archiduquesa.
Svejk.- ¡Caramba, señor Müllerova! ¡En coche! Claro, un señor como él se puede permitir ese lujo y ni se le ocurre que un viaja así pueda acabar mal. Y, además, en Sarajevo, o sea, ¡en Bosnia, Señora Müllerova! Seguramente habrá sido cosa de los turcos. No les debíamos haber quitado Bosnia-Hercegovina. Vaya, vaya. Así que el señor Archiduque ya reposa en la paz del señor. Y ¿sufrió mucho?
Sra. Müllerova.- El archiduque la diñó en el acto, señor. Ya se sabe, con un revólver pocas bromas.
Svejk.- Hay revólveres que no disparan por más que uno insista, señora Müllerova, y en cambio otros… Pero para el archiduque habrán comprado un artefacto de los mejorcitos. Apuesto lo que quiera a que, además , el chico que lo hizo iba endomingado para la ocasión. Está claro que disparar al archiduque no es un juego de niños. No es como cuando un cazador furtivo dispara a un guarda forestal, no. Lo que importa es la manera de acercarse a él. No puedes ir a ver a un señor así, hecho un pordiosero. Hay que llevar un sombrero de copa si no quieres que la policía te trinque.
Sra. Müllerova.- Parece que han sido más de uno, señor.
Svejk.- Sin duda alguna. Si usted quisiera matar a un archiduque o a un emperador, seguro que consultaría con alguien más. Cuántas más personas más cordura. Uno propone una cosa, aquél otra, ya sí es como “todo sale bien”, según reza nuestro himno nacional. Gente honrada hoy en día hay poca. Señora Müllerova. ¿Le disparó una o más veces?
Sra. Müllerova.- Los periódicos dicen que el archiduque tenía más agujeros que un colador. Le vaciaron el cargador entero.
Svejk.- Sí, son cosas que se hacen en un santiamén, señora Müllerova, en un visto y no visto. Para algo así yo me compraría una browning. Parece un juguete, pero en dos minutos puedes matar a tiros a veinte archiduques, sean gordos o flacos. Aunque, dicho sea entre nosotros, señora Müllerova, un archiduque no puede de ninguna manera ser delgado. Venga, pues, me voy a  la cerveceria el Cáliz. Si viene alguien a recoger a ese perro faldero del que ya he cobrado el anticipo, le dice que lo tengo en la perrera, en el campo…; es que hace poco le corté un poquito las orejas y hasta que no se le curen las heridas no lo puedo sacar porque cogería un resfriado. Déjele la llave a la portera.
(sale)

sábado, 26 de enero de 2013

Historias de la guerra

A medio camino entre la  condición de aventurero y la de bohemio, la agitada vida del escritor Enrique Gómez Carrillo incluye un importante  capítulo en la crónica bélica de la Gran Guerra.
Presidente  de la Asociación de corresponsales  extranjeros en París, fue condecorado por el Gobierno francés y, como corresponsal del diario español  El Liberal, ofrece un testimonio directo de las trincheras, las aldeas bombardeadas y, lo que resulta más literario, sus gentes. “Pequeñas historias de la  Gran Guerra es el libro (recientemente reeditado por   Librosdelaballena )  que recoge esta particular intrahistoria de los verdaderos protagonistas humanos del conflicto, así como una serena reflexión sobre las guerras modernas y las personas que en ellas participan.
El cronista conversa con un inglés que consigue capturar a nueve soldados alemanes con un revólver descargado o escucha el relato sobre varios soldados enloquecidos que ríen mientras caen las bombas a su alrededor.
 Una visión periodística muy adelantada de este  corresponsal de origen guatemalteco,  cuyo carácter y personalidad le hicieron protagonizar también la crónica social de la época:  seductor y  bien relacionado , vivió  la mayor parte de su existencia en París donde se codeó  con los intelectuales y artistas de la época. Supuesto amante de la espía  Mata Hari y segundo esposo durante un breve periodo de la cantante Raquel Meller        – sobre la que firmó una biografía de referencia- supo ser testigo de  las dos caras de la sociedad de su tiempo.

miércoles, 9 de enero de 2013

El atentado de Sarajevo

El 28 de junio de 1914, aproximadamente a las 11 de la mañana, el heredero al trono del imperio austrohúngaro Francisco Fernando y su esposa fueron asesinados en Sarajevo  por Gavrilo Princip, extremista serbio, tras una serie de pequeños incidentes que casi frustran el atentado. Este acontecimiento fue uno de los desencadenantes de la Primera Guerra Mundial.

Ilustración de Josef Lada
 Con este acontecimiento comienza esta divertida sátira antimilitarista, Las aventuras del valeroso soldado Schwejk, quien charla tranquilamente con su criada:
-De modo que nos han matado a Fernando. (...)
-¿Qué Fernando, señora Müller?-preguntó Schwejk sin dejarse de dar masajes en la rodilla-Conozco a dos Fernando. Uno es criado del droguero Pruscha y alguna vez se ha equivocado y ha bebido tinte para el pelo, y luego conozco también a Fernando Kokošchka, que anda recogiendo estiércol. El mundo no se pierde nada con ninguno de los dos.
-¡Pero señor! Ha sido al archiduque Fernando, al de Konopischt, al gordo y piadoso.
-¡Jesús María! .¿Qué curioso!Y, ¿dónde le ha ocurrido eso al señor archiduque?
-En Sarajevo. Lo han matado con un revólver, señor. Fue allá en automóvil con la archiduquesa.
-¡Vaya, señora Müller! ¡En automóvil! Sí, un señor como él puede permitirse ese lujo y no piensa ni por un momento que un viaje así puede acabar en desgracia. Y además en Sarajevo, que es Bosnia, señora Müller. Seguro que lo han hecho los turcos(…) Supongo que el archiduque Fernando no imaginó que aquel hombre iba a matarle. Vio que era un caballero como los demás y pensó: Si grita ’¡Viva!’ seguro que es un hombre honrado. (…)
-Los periódicos dicen que el archiduque quedó como un cedazo, señor. Le disparó todas las balas. (…)
-Para esto yo me compraría una Browning. Parece un juguete pero en dos minutos puede matar a veinte archiduques, flacos o gordos, a pesar de que, dicho sea entre nosotros, señora Müller, acierta mejor con un archiduque gordo que con uno flaco”
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